De acuerdo,
quiero empezar este post diciendo tres cosas muy simples. Estoy hasta los ovarios de que la gente que no tiene decidida su carrera se meta con los que tienen clara su vocación desde que supieron hablar.
Sí, es genial tener claro a lo que quieres dedicarte en cuerpo y alma toda tu vida, pero quiero que tengáis en cuenta otros factores:
- El dinero: es un gran impedimento para lograr estudiar, y ahora con la crisis más.
- La nota (por no decir capacidad): si bien los más listos o los que sacan mejor nota tienen más posibilidad de recibir ayuda económica (aunque spain is different y mierda de esa)
- Las salidas: vivimos en un mundo maravillosa donde reina el utilitarismo. Como bien dice mi muy querido ministro de educación los jóvenes debemos estudiar para convertirnos en algo útil en la sociedad ¿Que estas deprimido? Te jodes, lo le podría importar menos.
- La familia/entorno: no todos los padres son liberales y le dejan a sus hijos que haga lo que quiera, hay familias donde hay una larga tradición de médicos y quieren añadir uno más para dejar claro que la medicina es un gen que se traspasa hereditariamente; o familias que no quieren ver a su hijo transformado en un músico mediocre.
Ahora busquemos en el buscador de las maravillas la cantidad de personas que cumplen los 5 propósitos y cágate. En serio.
Segunda cosa: me pone de muy, pero que de muy mala leche las personas que estudian una carrera por inercia, porque sus papás quieren, porque quiere prestigio o dinero. Me pone de mala leche que la gente no haga las cosas con pasión, con amor, solo por leyes sociales.
Pertenezco a ese grupo de personas soñadoras que quieren vivir en una sociedad en la que cada persona luche por lo que de verdad ama. ¿Qué se le va a hacer?
Y por eso estoy cabreada, por eso y por la tercera cosa, obviamente. Las promesas rotas, y no, no hablo de la larga cadena de promesas electorales rotas de los políticos. Hablo de las promesas de los padres esas en plan "haz la cama y te compro tal juguete" y el juguete llega pero en navidades meses después; que diréis: por lo menos llega, sí, pero mientras tanto te ha estado haciendo el mismo chantaje todo ese tiempo. Y jode. Jode mucho.
Vamos a llegar a mi situación personal: mi madre es profesora, muy dura y estricta. Quiero, deseo, hacer bellas artes desde la primera vez que mi padre me hizo un dibujo. Choque de intereses, os quiero enseñar lo que ha llegado a prometerme:
"Si haces bachillerato tecnológico podrás hacer la carrera que quieras"
Vale, lo estoy haciendo, mates me está costando pero puedo y sacaré de media de bachillerato más de un 9. Así que el otro día en un restaurante le dije a mi madre que teníamos que ver lo de la PAEG para bellas artes. Y entonces puso esa cara, la cara de "tengo que hablar contigo".
Y no pude más, sencillamente no pude. No soy la clase de personas que por inercia responden, achacaré haber elegido bachillerato de ciencias al chantaje y a la esperanza de la promesa; pero me engañé a mí misma, porque desde el primer momento supe que no iba a ser cierta al final.
Sinceramente mi madre y yo no nos entendemos, siempre lo he sabido, y no, no es adolescencia, no la odio, al revés; muestro gran respeto hacia ella por todo lo que ha tenido que pasar y comprendo los motivos por los que hace cada cosa. Pero no los comparto, y quedarme a su lado significaría un infierno permanente dada la tozudez de ambas y las dispares opiniones.
Así que tras mucho discutirlo y muchos gritos y peleas, decidimos en un consenso buscar una manera de hacer doble titulación (en bellas artes y en traducción) en la universidad. Así que me va a tocar estudiar dos carreras hasta que pueda vivir por mi cuenta e irme dando un portazo.
Pero si se cree que voy a dejarlo estar, la lleva clara.