Capítulo 16: El inicio de la rivalidad
- No la estás contando bien –le dijo a Ed.
- ¿Acaso no estaba yo en la primera línea de batalla? –
replicó este enfadado, ya era la cuarta vez que Al le interrumpía en su relato
y no iba a tolerar ninguna más – Si tan segura estás de que tú lo puedes hacer
mejor adelante.
Alcipe se sentó apoyada en un ciprés cuyas raíces formaban
un pequeño banco, justo delante de ella se encontraba el fuego crepitante, el
cual no tenía permiso para vivir más de una hora, si las dríades del bosque los
veía haciendo fuego en su territorio más les valía correr.
Recordaba aquel día con bastante claridad, lo evocaba continuamente
cuando se hallaba fuera del campamento, fue su día de gloria. Así que comenzó a
contar la historia por novena vez ante su cabaña, Ed la observaba con atención,
Kevin con curiosidad y los demás por placer, les encantaba recordar ese día.
Así pues comenzó:
“Hace dos años nos llegaron dos hermanos nuevos de la tropa
al mismo tiempo que uno de los nuestros nos abandonaba en busca de más
aventuras que correr. Estos eran hermanos, -les echó una mirada a Marck y a
Maëlle- gemelos para ser exactos, y aunque al principio miraban todo con recelo
todo el campamento se habituaron bien a las luchas.
Cada año hay una serie de pruebas que las cabañas deben
pasar y el ganador tiene la oportunidad de presentarse ante el Oráculo – A
Kevin le recorrió un escalofrío sin saber muy bien por qué- y conocer su
futuro… Una de dichas pruebas es la captura de la bandera en la que nuestra
cabaña se alió con Hermes y Hades para vencer a Poseidón, Atenea y Apolo. Zeus
era el árbitro en esta ocasión. Los de Atenea manejaron la estrategia del
equipo azul, y nosotros… nos lo echamos a piedra, papel y tijera – Sandra se
rió al recordarlo-. Ares tuvo el privilegio de intentar medirse en las artes de
la guerra con los hijos de esta diosa y para dejar algo claro, estos no habían
perdido en los últimos 6 años.”
Un silencio se apoderó del claro y sólo se dejaba oír el
fuego y la brisa de verano entre los árboles. Ed tosió interrumpiendo ese silencio, y Al volvió a tomar la palabra.
“Ares por aquel entonces (y lo sigue siendo) no era uno de
los mejores estrategas así que simplemente acordamos dividirnos por grupos de
tres y avanzar cara al enemigo. Claramente este era mucho más taimado y escondió
trampas en los que todas las demás cabañas cayeron, pero no nosotros.”
- ¿Por qué? – Interrumpió Kevin - ¿Qué hicisteis diferente?
- Simplemente caminamos corriendo por el bosque, sin
intentar escondernos – Kevin la miró confuso y Al reprimió una carcajada –
Mira, Liz se esperaba que usáramos alguna táctica, y todo el mundo piensa que esta
tuvo que ser brillante porque logramos vencerles, pero la simple verdad es que
no usamos ninguna, simplemente fuimos, cogimos la bandera y regresamos, no
habían previsto eso.
- Podrías decir que nos sobreestimaron – añadió Sandra
riéndo.
- Pero no esperes que vuelvan a cometer el mismo error – le
avisó Mark – Eso sólo funcionó una vez.
Se notaba que Kevin estaba cada vez más confuso, no lograba entender
por qué les gustaba tanto esa historia, parecía una broma ¿les premiaron por no
hacer nada?
- Pero entonces ¿no
hubo un gran momento de júbilo en que todos os felicitaron?
- Bueno, cuando nos vieron aparecer con la bandera se
quedaron atónitos y no podían articular palabra – le respondió Ed.
- Y ver muda a Liz es mejor que cualquier oleada de aplausos
–dijo Al – Pero justo cuando ganamos apareció papá para regodearse frente a
Atenea, y dejó de ser divertido.
- Las peleas entre dioses dan mucho miedo –aseguró Maëlle –
Tardó un año entero en volver a crecer hierba en el lugar de la disputa.
- Pero eso moló, y porque nos dejaron hacer peleas de barro
– dijo Mark.
- Estáis locos – dijo Kevin sonriendo, no entendía nada,
pero se estaba acostumbrando, y se sentía bien con ellos, por fin sentía que pertenecía a algún sitio.
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